En la noche de ese sábado 13 de junio de 1953, Rojas Pinilla asumió el poder mientras Gómez y su familia viajaban hacia España, país en donde obtuvieron asilo, y en el que casi cinco años después Sitges, una de sus ciudades, se convirtió en el eje central del “acuerdo de paz” que permitió a los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, terminar con su enfrentamiento civil, iniciado el 8 de abril de 1948 y, simultáneamente, crear el nuevo mecanismo político conocido como “Frente Nacional”.
Sin haberse disparado un sólo tiro, y contando con el apoyo unánime del liberalismo y de muchos dirigentes conservadores, enemigos de Gómez Castro, Colombia pasó de un régimen civil a uno militar, en una sucesión acelerada de hechos políticos que buscaron un entendimiento entre las dos colectividades históricas en torno a Rojas, objetivo que se logró en un principio, pero que después fracasó, porque el general se dedicó a gobernar únicamente con ministros conservadores y, además, con muchos desaciertos y denuncias de ejercer el “tráfico de influencias”.
Laureano Gómez, “jefe único” del partido Conservador, fue elegido presidente en mayo de 1950 para un periodo constitucional de cuatro años, que comenzó el 7 de agosto en elecciones en las que el liberalismo se abstuvo, pero al año se vio obligado a dejar la Jefatura de Estado por enfermedad y lo sustituyó Roberto Urdaneta Arbeláez, dirigente de su mismo partido. En 1946 había recuperado y asumido el poder su copartidario Mariano Ospina Pérez, tras 16 años de hegemonía liberal.
El 12 de junio de 1953 Gómez, aún enfermo, reasumió la presidencia, luego que Urdaneta Arbeláez se negase a firmar un decreto llamando a “calificar servicios”, en el argot militar, y destitución, en el civil, a Rojas Pinilla, quien había adquirido una gran relevancia dentro del estamento castrense y un inusitado apoyo de los dirigentes políticos, “enemigos de Laureano”.
Rojas Pinilla debía viajar ese 13 de junio a Washington para asumir el cargo de agregado militar colombiano ante el gobierno estadounidense, y cuando se encontraba en el antiguo aeropuerto de “Techo” -hoy convertido en el populoso barrio Kennedy-, y su equipaje había sido introducido al avión de Aerovías Nacionales de Colombia (Avianca) que viajaba a la capital norteamericana, recibió el “soplo” que sería destituido por Gómez, por lo que canceló el billete de avión y se quedó en Bogotá.
Mientras tanto, Gómez había nombrado a un incondicional amigo suyo y ministro de Obras Públicas, Jorge Leyva, como ministro de la Guerra (Defensa), pero cuando este fue a la sede de las Fuerzas Armadas para su reconocimiento por la oficialidad y la tropa, se le detuvo. De esta forma comenzó el golpe de estado, que ocho horas después culminó con la asunción del poder por parte del jefe castrense –también Conservador- y el viaje a España del presidente derrocado.
“General, salve usted la patria” le dijeron a Rojas Pinilla los jefes de los partidos Liberal y Conservador, Alberto Lleras Camargo, y Mariano Ospina Pérez, respectivamente, ambos ex presidentes de Colombia, que así lo respaldaron políticamente en el “golpe de estado”.
La “luna de miel” entre Rojas Pinilla y los dirigentes de los partidos tradicionales no duró muchos años, y quienes habían alentado el golpe contra Gómez, se convirtieron en ”enemigos políticos”, empezando por su “ministro de máxima confianza”, el de Gobierno Lucio Pabón Nuñez, los ex presidentes Lleras y Ospina, el ex embajador de Colombia en España y “eterno” aspirante a la jefatura del estado Gilberto Alzate Avendaño, Carlos Lleras Restrepo, Darío Echandía y muchos otros.
Tras haberse incrementado la violencia en el país y por las acusaciones de corrupción de su gobierno, Rojas Pinilla soportó un “golpe de opinión”, que se reflejó en una parálisis completa de Colombia y el 10 de mayo de 1957, como había sucedido con Gómez, el general viajó asilado a España, habiéndose encargado a una Junta Militar, que él mismo nombró antes de partir, el gobierno del país.
La junta, que gobernó hasta el 7 de agosto de 1958 e hizo la transición política del estamento militar al civil, estaba integrada por los generales Gabriel París, Rafael Navas Pardo y Luis Eduardo Ordoñez –del ejército-; el almirante y director de la Armada Rubén Piedrahita Arango y el general y director de la Policía Deogracias Fonseca.
El derrocamiento de Rojas Pinilla –también sin haberse derramado sangre- obligó al entonces Director del Partido Liberal, Lleras Camargo, hacia finales de 1957, a trasladarse a España y pactar con Laureano Gómez, con quien suscribió el “Acuerdo de Sitges”, un convenio entre los Partidos Conservador y Liberal que institucionalizó la alternancia en el poder cada cuatro años entre esas colectividades.
Así se creó el “Frente Nacional”, un sistema político “sui genéris” que, además de la alternancia, determinaba el reparto igualitario de las carteras ministeriales y de altos cargos entre dirigentes de los dos partidos y el cual se prolongó por dieciséis años, durante los cuales gobernaron Colombia, Alberto Lleras Camargo (liberal, 1958-1962); Guillermo León Valencia (conservador, 1962-1966); Carlos Lleras Restrepo (liberal, 1966-1970) y Misael Pastrana Borrero (conservador, 1970-1974).
El “Frente Nacional” sirvió para apaciguar los espíritus bélicos de los partidos políticos y para que Colombia tuviera una etapa de recuperación y progreso en todos sus órdenes, hasta el punto que los gobiernos que precedieron a la terminación de ese sistema bilateral, continuaron empleando la misma fórmula de gobernar con ministros pertenecientes a aquellos, aunque la proporción ya no fuese igualitaria y empezaron a soportar la transformación de la guerrilla en bandas de terroristas.
La alteración política sufrida por Colombia en 1953 sirvió para demostrar dos cosas: La primera, que los dirigentes civiles se equivocaron al apoyar un golpe que violaba la Carta Magna y por ello tuvieron que rectificar y purgar sus culpas olvidándose de hegemonías y, la segunda, que el estamento militar es apreciado por el pueblo mientras cumple su función, pero no tiene apoyo cuando abandona sus cuarteles y se encarga de una misión institucional no diseñada para los “uniformados”.
hola
ResponderEliminarchao jajajjajajajajajaja
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